martes, 14 de junio de 2011

Crónica de una muerte anunciada


En un pequeño pueblo, cercano a la costa caribe y prácticamente aislado, se casan Bayardo San Román, rico y recién llegado, y Ángela Vicario. Tras celebrar su boda, los recién casados se retiran a su nueva casa, después de lo cual Bayardo descubre que su esposa no es virgen. Cuando lo descubre, devuelve a Ángela Vicario a la casa de sus padres donde la madre de la chica le da una paliza. Ángela culpa de lo sucedido a Santiago Nasar, joven y querido vecino del pueblo.
Los hermanos Vicario -Pedro y Pablo-, obligados por la defensa del honor familiar, anuncian a la mayoría del pueblo (por divulgación) que matarían a Santiago Nasar; quien curiosamente no se entera, sino minutos antes de morir, de las intenciones de los hermanos Vicario. Éstos, después de considerarlo en varias ocasiones, acaban matándolo en la puerta de su casa, a la vista de la gente que no hizo o no pudo hacer nada para evitarlo. Pasados 27 años, el mejor amigo de Santiago (el que resulta el narrador) reconstruye los hechos.
Años después, Ángela Vicario estaría escribiéndole cada día a Bayardo, primero formalmente, después con cartas de joven enamorada y, finalmente, fingiendo enfermedades. Así pues, Bayardo San Román vuelve veintitrés años después, claramente desmejorado y con toda la correspondencia sin abrir.
De éste carácter real y verídico viene el nombre de crónica, que no sólo aparece en el título de la novela, sino que la orienta estructuralmente, ya que, desde el comienzo, lo que pretende el narrador es la recopilación de datos y testimonios, que de alguna manera puedan ayudar a entender el por qué del asesinato de Santiago Nasar, lo inevitable del mismo, así como los perfiles humanos y psicológicos de todos los personajes que tuvieron, por acción y omisión, algo que ver con el funesto suceso.



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